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¿Desde
cuándo creemos que un bebé en gestación comienza a percibir señales del mundo
exterior?; ¿En qué medida influyen las experiencias de la madre, mientras su
hijo está en su útero?; y ¿Hasta qué punto lo vivido en el vientre materno nos
condiciona?
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La ciencia
estudia todos estos interrogantes desde que un bebé es concebido; y los
resultados de esas investigaciones sugieren que todo lo que experimenta un ser
humano antes de nacer constituye el fundamento de su salud, su afectividad, su
capacidad de relacionarse y de la capacidad de su intelecto.
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Los estudios
fetales demuestran que un bebé dentro del útero puede oír, percibir señales con
el tacto y sabores con el gusto desde pocas semanas de su concepción; pudiendo
ser afectado por los estímulos del cuerpo de la madre y del ambiente que la
rodea y recibir expresar emociones.
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Antes de
nacer, un bebé no sólo tiene una vida física sino también psicológica y
emocional; su cerebro se comienza a desarrollar pero también inicia su
interacción con el medio y responde a la información que recibe.
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Esto es lo
que afirma el Dr. Jorge Ferré, miembro y fundador del Instituto Médico del
Desarrollo Infantil en España.
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El buen
estado físico, psicológico y emocional de la madre durante el embarazo Un bebé
puede reconocer antes de nacer las sensaciones placenteras y las que no lo son,
de manera que todas sus experiencias positivas durante la gestación le
permitirán que viva esa etapa de su vida ligada a las emociones de bienestar y
alegría, hecho que seguramente influirá en su personalidad.
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Un niño
aprende desde el útero materno ya que puede nacer con la misma adicción que
tiene la madre e incluso sufrir síndrome de abstinencia.
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No es raro
que la tendencia a la obesidad de una persona provenga de experiencias
intrauterinas relacionadas con los hábitos pocos saludables de la madre. Lo
demuestra un estudio publicado en British Journal of Nutrition, sobre la
programación fetal de la alimentación en exceso, en el que participó el
investigador Neil Stickland, lo demuestra.
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Otro tema
preocupante es la contaminación ambiental que produce el tráfico urbano que
puede influir en el peso y el tamaño del bebé al nacer si la madre se expone habitualmente
a esos gases tóxicos.
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Está
comprobado que el humo del tabaco afecta el desarrollo del sistema nervioso a
partir del tercer mes de embarazo, produciendo una disminución de la capacidad
intelectual del bebé en gestación, según muestra un estudio publicado en la
revista médica “Pediatric and Perinatal Epidemiology”, realizado por
investigadores daneses y norteamericanos.
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