¿Qué hacer?
Observa la conducta de tu hijo. ¿Presenta algunos de los síntomas antes
mencionados? Analiza su conducta y si es necesario coméntala con su pediatra,
para determinar si está estresado.
Procura evitar los cambios innecesarios.
Ante los cambios que ya se están dando o que se van a dar en un futuro inmediato, habla con el niño, explícaselos y dile lo que va a pasar.
Aclárale sus dudas, cada vez que pregunte.
Contéstale siempre, dándole la misma información.
Los niños, sobre todo los pequeños, pueden preguntar una misma cosa, muchas veces.
Debido a que un niño no tiene la misma información que el adulto, ni su capacidad de analizar, con frecuencia exagera las situaciones, sus consecuencias o causas.
También llena los huecos de información con suposiciones o explicaciones propias, que no tienen que ver con lo que sucede.
Como por ejemplo:
Creer que el divorcio es culpa de ellos o si uno de los padres le dicen "ya no te aguanto", pueden pensar que así como sus padres se separaron entre ellos, lo pueden dejar a él.
Para ayudar al niño en estos casos es importante detectar, con cuidado, respeto y amor, que es lo que ellos saben y que piensan.
Ayuda a tu hijo, a expresar sus emociones.
Pregúntale, qué está pensando o qué cree que puede pasar.
Si a tu hijo le cuesta trabajo expresar lo que siente, coméntale que tú estás preocupado, triste o nervioso, porque el divorcio es una situación difícil y dolorosa.
Pero que sabes que las cosas van a mejorar y que todo va a estar bien, después.
Cuando le comentes sobre tus emociones, no le des detalles que el niño no tiene por qué conocer o no puede manejar.
Si tu hijo no quiere hablar, no lo obligues.
Pasa un tiempo con él y demuéstrale tu amor.
Pero procura estar tranquilo durante ese tiempo y no que te desquites con él.
Permítele tomar algunas decisiones, para que sienta que tiene cierto control sobre su vida.
Fortalece su autoestima, pero con comentarios que sean ciertos.
No lo critiques.
Corrige sus conductas, sin atacarlo o devaluarlo.
Ayuda a tu hijo a distinguir entre lo que es real y lo que el está imaginando, tanto en el momento presente, como hacia el futuro.
Si es posible, que pinte, juegue con plastilina, invente cuentos, etc., para que el niño muestre lo que siente y piensa.
Cuando los padres son muy preocupones o están constantemente estresados, los niños también lo están.
Es por eso que, en estos momentos difíciles, trates de estar lo mejor posible.
Maneja tus propias preocupaciones, enojo, estrés y culpa, para que puedas ayudar mejor a tu hijo.
Vigila tu forma de hablar.
Frases como:"Esta situación me va a matar" o "No soporto más" influyen en tus hijos.
Los pequeños las toman literalmente y creen que es verdad lo que dices.
Los mayores ven una actitud negativa y la aprenden.
Trata de que tenga actividades físicas, jugar, correr, etc., para que le dé salida a su estrés.
Procura que no vea programas de televisión que aumenten su tensión o angustia.
Ayúdalo a que se relaje, con un baño caliente, escuchando música, haciendo rompecabezas, etc.
Enséñalo a respirar adecuadamente, inhalando y exhalando lenta y profundamente.
Puede hacerlo varias veces al día y sobre todo al acostarse.
Hazlo con él.
Los niños pueden aprender a relajarse desde pequeños.
La técnica de imaginación activa, para niños y adolescentes, busca guiar la mente del niño, con suavidad y cuidado, a un estado de calma y serenidad.
Es muy fácil aprender a usarla.
Consiste en:
Procura evitar los cambios innecesarios.
Ante los cambios que ya se están dando o que se van a dar en un futuro inmediato, habla con el niño, explícaselos y dile lo que va a pasar.
Aclárale sus dudas, cada vez que pregunte.
Contéstale siempre, dándole la misma información.
Los niños, sobre todo los pequeños, pueden preguntar una misma cosa, muchas veces.
Debido a que un niño no tiene la misma información que el adulto, ni su capacidad de analizar, con frecuencia exagera las situaciones, sus consecuencias o causas.
También llena los huecos de información con suposiciones o explicaciones propias, que no tienen que ver con lo que sucede.
Como por ejemplo:
Creer que el divorcio es culpa de ellos o si uno de los padres le dicen "ya no te aguanto", pueden pensar que así como sus padres se separaron entre ellos, lo pueden dejar a él.
Para ayudar al niño en estos casos es importante detectar, con cuidado, respeto y amor, que es lo que ellos saben y que piensan.
Ayuda a tu hijo, a expresar sus emociones.
Pregúntale, qué está pensando o qué cree que puede pasar.
Si a tu hijo le cuesta trabajo expresar lo que siente, coméntale que tú estás preocupado, triste o nervioso, porque el divorcio es una situación difícil y dolorosa.
Pero que sabes que las cosas van a mejorar y que todo va a estar bien, después.
Cuando le comentes sobre tus emociones, no le des detalles que el niño no tiene por qué conocer o no puede manejar.
Si tu hijo no quiere hablar, no lo obligues.
Pasa un tiempo con él y demuéstrale tu amor.
Pero procura estar tranquilo durante ese tiempo y no que te desquites con él.
Permítele tomar algunas decisiones, para que sienta que tiene cierto control sobre su vida.
Fortalece su autoestima, pero con comentarios que sean ciertos.
No lo critiques.
Corrige sus conductas, sin atacarlo o devaluarlo.
Ayuda a tu hijo a distinguir entre lo que es real y lo que el está imaginando, tanto en el momento presente, como hacia el futuro.
Si es posible, que pinte, juegue con plastilina, invente cuentos, etc., para que el niño muestre lo que siente y piensa.
Cuando los padres son muy preocupones o están constantemente estresados, los niños también lo están.
Es por eso que, en estos momentos difíciles, trates de estar lo mejor posible.
Maneja tus propias preocupaciones, enojo, estrés y culpa, para que puedas ayudar mejor a tu hijo.
Vigila tu forma de hablar.
Frases como:"Esta situación me va a matar" o "No soporto más" influyen en tus hijos.
Los pequeños las toman literalmente y creen que es verdad lo que dices.
Los mayores ven una actitud negativa y la aprenden.
Trata de que tenga actividades físicas, jugar, correr, etc., para que le dé salida a su estrés.
Procura que no vea programas de televisión que aumenten su tensión o angustia.
Ayúdalo a que se relaje, con un baño caliente, escuchando música, haciendo rompecabezas, etc.
Enséñalo a respirar adecuadamente, inhalando y exhalando lenta y profundamente.
Puede hacerlo varias veces al día y sobre todo al acostarse.
Hazlo con él.
Los niños pueden aprender a relajarse desde pequeños.
La técnica de imaginación activa, para niños y adolescentes, busca guiar la mente del niño, con suavidad y cuidado, a un estado de calma y serenidad.
Es muy fácil aprender a usarla.
Consiste en:
- Relajar al niño o joven, a través de varias respiraciones lentas y profundas, con los ojos cerrados.
- Decirle, con voz suave y lenta:
Imagínate que estás en el lugar que más te gusta.
Puede ser junto al mar, en un jardín, en la montaña o campo, etc.
Junto a ti, está la persona a la que más quieres y en la que más confías.
Esta persona te da la mano y caminan juntos, paseando y disfrutando de lo que ven.
De acuerdo al gusto del niño, en cuanto a lugares, colores, olores, sonidos, animales, etc. se le va describiendo una escena que sea para él agradable.
Por ejemplo: Estás parado junto a un hermoso lago.
Ves a las ardillas correr y escuchas el canto de los pajaritos.
El cielo es de un azul muy hermoso y a lo lejos se ve un arco iris.
Etc. - Constantemente, alternando con
la descripción del lugar, se le dice: te sientes tranquilo, fuerte y seguro.
Estás acompañado, seguro y protegido y te sientes muy bien.
Es importante preguntarle al niño qué le gusta y no dar nada por hecho.
Se le puede ir preguntando al niño qué ve o qué escucha, tanto en lugares, como colores, sonidos y animales.
Se le puede ir preguntando al niño qué ve o qué escucha, tanto en lugares, como colores, sonidos y animales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario