No es aconsejable que le llevemos hasta que no cumpla los seis meses.
Después puede ir (mejor en las horas de menos sol), pero mantengámosle bajo la
sombrilla.
No, si después lo secamos bien, sin descuidar los pliegues. Antes, por
supuesto, lo habremos aclarado. El cloro de las piscinas y la sal del mar
pueden irritar su fina piel.
Es preferible no mojar sus oídos, especialmente si hay antecedentes de
otitis. Si vamos a hacerlo, no introduzcamos jamás su cabecita bruscamente en
el agua y sequemos cuidadosamente sus orejas tras cada baño.
Salvo los bebés de pocas semanas, que aún no regulan bien la temperatura
corporal, los niños sienten más o menos el mismo calor que los adultos. Así que
no le cubramos con capas y capas de ropa «por si acaso enfría»: solo
conseguiremos que se agobie, sude y su piel sufra irritaciones.
Si hace demasiado calor, refresquémosle con una esponjita húmeda y, una vez seco, dejémosle un rato con el potito al aire. Eso sí, hagamos esto dentro de casa, en un lugar donde no haya corriente.
Si hace demasiado calor, refresquémosle con una esponjita húmeda y, una vez seco, dejémosle un rato con el potito al aire. Eso sí, hagamos esto dentro de casa, en un lugar donde no haya corriente.
Sí, le vendrá muy bien. En verano la piel de un
bebé necesita hidratación extra. Después del paseo o de haber estado
un ratito en la piscina o en la playa (el agua reseca la piel) es muy
recomendable aplicarle crema hidratante por todo el cuerpo. Si es fluida,
mejor, pues se absorberá antes y dejará a nuestro pequeño con sensación de
fresquito.
En algunas zonas proliferan los mosquitos, hormigas, abejas... Los niños
están más expuestos a ser atacados por estos insectos, pues se sienten atraídos
por ellos. Pueden incluso cogerlos (y hasta comerlos). Las picaduras,
salvo que el niño sea alérgico, no suelen ser peligrosas, pero sí molestas. Así
que conviene tomar medidas si estamos en una región de clima húmedo y cálido,
cerca de un río o lago... Una de las mejores opciones para protegerle de las picaduras es colocar una malla que no deje
pasar los insectos. En las tiendas de puericultura se pueden adquirir
mosquiteras adaptables a la cuna.
En las excursiones, conviene vestirle con manga larga y pantalón hasta los tobillos. Para que no pase calor, elijamos tejidos ligeros y colores claros. Las lociones y los aerosoles pueden servir para ahuyentar a los insectos, pero tenemos que asegurarnos de que son aptos para la edad del niño (preguntemos al pediatra) y no aplicarlos en las manos o los pies porque el bebé podría chuparlos. Los insecticidas eléctricos en principio son inocuos, no dejan olor y protegen eficazmente contra los mosquitos.
En las excursiones, conviene vestirle con manga larga y pantalón hasta los tobillos. Para que no pase calor, elijamos tejidos ligeros y colores claros. Las lociones y los aerosoles pueden servir para ahuyentar a los insectos, pero tenemos que asegurarnos de que son aptos para la edad del niño (preguntemos al pediatra) y no aplicarlos en las manos o los pies porque el bebé podría chuparlos. Los insecticidas eléctricos en principio son inocuos, no dejan olor y protegen eficazmente contra los mosquitos.
Sí, si la temperatura es la adecuada. El agua debe estar templada y hemos
de introducirle lentamente, mojando primero las manitas, los pies y la nuca.
Podemos crear una especie de juego con este ritual. Una vez perdido el miedo
inicial, le encantará. Después del baño es muy importante que lo aclaremos, lo
sequemos a conciencia y le cambiemos rápidamente de bañador.
Si el día es muy caluroso es preferible llevarle en su cochecito o sentado
en la sillita con una sombrilla que le proteja del sol. Se encontrará más libre
y fresco. La tela de estas mochilas envuelve casi por completo al niño, que
además viaja pegado a nuestro cuerpo, y este también desprende un calor
demasiado agobiante para cualquiera, y mucho más para un niño tan pequeño.
No, pero podemos enseñarle a familiarizarse con el agua. Es algo muy
positivo porque le ayuda a desarrollar su psicomotricidad mientras juega. Nadar
implica, como andar, un proceso de aprendizaje que requiere una maduración
neurológica que aún no tiene.
Como a nosotros, a veces el calor le reduce un poco el apetito. Intentemos,
no obstante, que haga su toma en un lugar más o menos fresco y siempre hacia la
misma hora. A menudo son los cambios los que le inquietan y le impiden
alimentarse con tranquilidad. En cualquier caso, si lleva un tiempo sin
apetito, lo prudente es consultar al pediatra.
Si hace muchísimo calor, la falta de hidratación puede hacer que la leche
materna se concentre ligeramente y salga menos líquida. Pero el bebé no lo
notará si mamá se preocupa de beber lo suficiente y se mantiene hidratada. Su
leche recuperará enseguida la consistencia habitual.
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